sábado, 28 de marzo de 2009

Descubriendo… “La Vaquilla” (Luís García Berlanga, 1985)

Rafael Azcona, el último gran guionista español.

El cine español en constante crisis desde que el celuloide llegó a nuestras tierras, ha pasado por diversas etapas que nos ha dejado títulos de indudable calidad y otros olvidables, de este último grupo podemos colocar a muchos de las películas que nos ofrece la cartelera rodadas en tierras españolas. Con este panorama tan desalentador del cine español contemporáneo conviene echar la vista atrás y recuperar algunos nombres que con sus películas dotaron al cine de la península una calidad y un toque distintivo fuera de nuestras fronteras. Uno de esos nombres es el del dramaturgo, escritor y guionista Rafael Azcona, clave a la hora de entender el cine español desde 1958, año en el que firmó su primer guión “El pisito” para el director italiano Marco Ferreri, hasta nuestros días con títulos tan destacables como “La lengua de las mariposas” (2000) o “La niña de tus ojos” (1998).

Azcona nacido en 1926 en Logroño vivió y sobre todo padeció las miserias y el horror tanto de la guerra civil como de la dictadura militar que gobernó España hasta el año 1978 cuando tuvo lugar la transición a la democracia. Estas vivencias tendrán una influencia muy importante en su obra literaria y cinematográfica, siendo la España en guerra o bajo la tiranía de Franco el escenario natural de muchas de sus obras cumbres, a la vez que ha trabajado con los directores mas prestigiosos de nuestro país, siendo su colaboración con Luís García Berlanga, Carlos Saura y Fernando Trueba la más fructífera, dando a la luz películas que se han convertido en auténticos clásicos como “¡Ay Carmela!”, la película que más Goyas posee, “Belle Epoque” Oscar a la mejor película extranjera o “El verdugo” obra maestra de Berlanga.

Rafael Azcona se convirtió en el guionista por antonomasia de la “edad de oro” del cine español, escribiendo mas de un centenar de títulos cuyo estilo lleno de mordacidad, humor negro y parodia fluía por las páginas de sus guiones, todos ellos a medio camino entre el humor más costumbrista y la tragedia de una guerra civil que dejaba un país en plena descomposición. Todo esto podemos resumirlo en una frase del propio Azcona sobre su trabajo <<…escribir cosas divertidas sobre cosas tristes…>>.

Luís García Berlanga: neorrealismo, comedia y costumbrismo.

La trayectoria cinematográfica de Berlanga puede entenderse como un tratado de primera mano sobre la ideosincracia del pueblo español a lo largo de los últimos sesenta años. Para llevar a cabo esta crítica social nunca exenta de humor el director valenciano tuvo que sortear numerosos problemas derivados todos ellos de la férrea censura franquista, que lejos de atenuar la creatividad de sus obras, parecía que la acrecentaba.
Después del rodaje de su opera prima “Esa pareja feliz”, codirigida con Juan Antonio Bardem y título más ligado al concepto de neorrealismo italiano, Berlanga conformaría una serie de filmes que tratan de analizar la realidad española desde distintos ángulos.

La estructura narrativa y las intenciones críticas de la obra cinematográfica de Berlanga en la época franquista, tienen como referencia dos títulos fundamentales “Placido” y “El verdugo”; en ambos filmes se parte de una anécdota para ir derivando en un retrato amargo de sus habitantes a través de un planteamiento tragicómico. En esta época tampoco faltarán filmes donde se nos presente a una España anclada en el subdesarrollo, mientras que en el resto del mundo se mejoran y desarrollan economías y países; el ejemplo más claro que encontramos es “¡Bienvenido Mister Marshall!”.

La causticidad y la ironía de los filmes concebidos a lo largo de los años cincuenta y sesenta quedaron relegadas a un segundo plano por el tono más esperpéntico y de farsa que adoptarían sus trabajos posteriores. A parte de esto, que tal vez sea una evolución natural en el director valenciano, hay algo en su cine que ha sido seña de identidad del cine de Berlanga en todas sus épocas: la estructura coral de todas sus películas que requería la participación de los mejores actores españoles del momento que van desde Pepe Isbert hasta José Luís López Vázquez, Alfredo Landa o José Sacristán que demostraban sus mejores registros cómicos.

De la última época como director de Luís García Berlanga destacan dos trilogías bastante diferenciadas entre ambas:

-La trilogía nacional (“La escopeta nacional”, “Patrimonio Nacional” y “Nacional II”) donde se acentúa ese sentido esperpéntico y de farsa en el marco de la España de la transición democrática.

-La trilogía sobre la época actual, donde la vena más anárquica del director sale a relucir en títulos como “Moros y cristianos”, “Todos a la cárcel” y “París-Tombuctú”, testamento cinematográfico del realizador valenciano.


“La Vaquilla”, Berlanga y Azcona recuperan una narración de antaño para su última comedia costumbrista sobre la guerra civil.

Entre estas dos trilogías Berlanga dirigió la que para algunos es su mejor película y con la que supuso un retorno a la narración de antaño: “La Vaquilla”.
Rodada en 1985 “la vaquilla” empezó a gestarse mucho antes en la cabeza de su guionista Rafael Azcona, concretamente en el año 1956 que es el momento en el que Azcona escribió el libreto.

Este filme vuelve a situarnos en medio de la guerra civil española, paralizado el frente aragonés republicano desde hace tiempo ya no hay batallas, tan solo tensa espera donde los soldados republicanos viven como pueden en las trincheras. Justo al lado, un pueblo cercano dominado por el frente nacional anuncia a bombo y platillo la celebración de sus fiestas patronales, este hecho servirá para que un grupo de soldados republicanos comandado por un Alfredo Landa en estado de gracia, deciden ir al pueblo y secuestrar a la vaquilla para así boicotear las fiestas al bando fascista.

Lo mejor del cine de Berlanga y Azcona se unen en “La vaquilla”; la comedia coral sirve como base para hacer una crítica hacia esa dura época y lo absurdo de una guerra fraticida, que deja de tener sentido a medida que ésta se hace más cruel; un ejemplo esa entrañable escena de intercambio entre tabaco y papel que realizan miembros de los dos bandos mientras se fuman tranquilamente un cigarrillo.

Todo el peso de la comicidad de la obra lo llevan un nutrido grupo de actores que vuelven a demostrar bajo la batuta de Berlanga todo su buen hacer interpretativo, así pues al ya mencionado Alfredo Landa se une José Sacristán, Guillermo Montesinos, Santiago Ramos y así un largo etcétera de actores que conforman un reparto coral que dan lo mejor de sí mismos en los amplios planos donde varias situaciones se dan al mismo tiempo, reforzando la comicidad y convirtiéndose el propio escenario en un personaje más.

En resumen, “La vaquilla” representa un cine costumbrista muy ligado a la comedia pero que tiene como fin último la crítica social hacia una época en la que España estuvo inmersa durante muchos años, como ejemplo ese final memorable con la despedida de los dos amigos toreros mientras que la famosa vaquilla muere en medio de la estepa española.

sábado, 14 de marzo de 2009

There will be blood” (Paul Thomas Anderson, 2007)

Ambición, religión y oro negro

Cinco años han pasado desde que el director y guionista californiano Paul Thomas Anderson nos brindase esa pequeña comedia personalísima titulada “Punch Drunk love”. Un tiempo antes Anderson sería el encargado de realizar una de las mejores películas de la década de los noventa y posiblemente de la historia del cine “Magnolia”, este retrato coral y magnifico de la sociedad contemporánea.

Con estas premisas todo nuevo proyecto de este genial realizador siembra una gran expectación, y si a esto unimos que el poco prolífero, pero extraordinario actor británico Daniel Day-Lewis está al frente del reparto, la combinación solo puede ser una gran película. Ésto en pocas palabras es “There will be blood”, un filme denso, oscuro que te transporta a una atmósfera hipnótica de principios del siglo XX donde Daniel Plainview, antes un humilde minero se transforma en un magnate del petróleo gracias a su incesante fuerza de voluntad y su constante enfrentamiento con el resto del mundo; junto a este personaje, autentico hilo conductor de la cinta, aparece Eli (Paul Dano), un predicador con una personalidad muy marcada, que se cruzará en el camino de Daniel, manteniendo a lo largo de todo el metraje una relación de amistad/confrontación; dos vidas paralelas en su amargura y falsedad que tienen su triunfo personal como principal meta.

La materia prima del filme es la novela Oil! de Upton Sinclair, pero Anderson va mucho más allá de la obra de Sinclair, donde los temas claves de su filmografia como la religión o la familia toman protagonismo en este viaje desde los inicios de la prosperidad norteamericana, a partir de la masiva explotación de petróleo, hasta 1927 donde la crisis económica golpeará duramente a más de uno. En este viaje el aroma bíblico impregna toda la obra, desde su propio título hasta su conclusión. Una religiosidad, que en el filme funciona paralelamente con el tema de la familia, les sirve a estos personajes como vehículo para alcanzar sus objetivos, pero que al final se convierte en un castigo eterno sin posibilidad de redención.

El aspecto mas importante y destacado de la película es su estética que lo acerca a una obra de arte, donde todos sus elementos técnicos encajan a la perfección; una hipnótica puesta en escena, excelentemente fotografiada por Robert Elswit y acompañada de una banda sonora compleja, arriesgada y llena de matices realizada por el integrante de Radiohead Jonny Grenwood.

En definitiva, estamos ante un nuevo clásico moderno de Paul Thomas Anderson, estéticamente perfecta pero que tal vez peque de excesiva en sus, aun así, notables interpretaciones.


(****)