miércoles, 22 de abril de 2009

La metamorfosis (Franz Kafka, 1915)

Aquí dejo una pequeña reseña de La metamorfosis, un libro necesario, y con el cual tengo una extraña relación.

La pesadilla de lo real.

Una mañana como cualquier otra en el seno de una familia burguesa, en los primeros años del siglo XX, su joven y trabajador hijo despierta después de un placido sueño convertido en un terrible insecto. Tan abrumador y directo es el comienzo de la obra cumbre del célebre escritor checo Franz Kafka. Un viaje hacia lo más oscuro del corazón de Kafka a través de una historia donde la desazón existencial ante el mundo que rodeaba el autor es el punto de partida hacia un oscuro relato que con un sinfín de interpretaciones es considerada como pieza básica de la literatura.

Pese a tener elementos de relato de terror “La metamorfosis” es un ejemplo claro de la literatura realista decimonónica. Minuciosamente Kafka nos sumerge en una asfixiante atmósfera donde el escenario principal es una pequeña casa de Praga, una familia en descomposición, cuya economía se sustenta gracias al salario de su primogénito Gregorio, protagonista del relato, un joven tímido, que disfruta de su soledad y que vive para trabajar en sus continuos viajes como comerciante de una empresa de tejidos. Una existencia monótona y de subordinación hacia una autoridad que es el principal beneficiario del trabajo y en extensión de la vida de nuestro protagonista.
La repentina transformación de Gregorio rompe por completo su orden tanto familiar como laboral, descomponiéndose por completo la vida que le rodea. Lo que anteriormente era una vida dedicada a complacer a su familia y a su jefe, sin hacer ruido, pasando inadvertido pero convirtiéndose en una pieza más en el ensamblaje de una cadena de producción, deshumanizándole por completo incluso mucho antes de que la metamorfosis hiciera mella en su ser. A partir de este hecho Gregorio Samsa anteriormente considerado buen hijo y fiel trabajador se convierte un apestado, su jefe en principio indignado por su falta de asistencia desaparece rápidamente al ver el aspecto de su asalariado. Este repugnante aspecto le condena a una soledad aún mayor recluido en su habitación en la que poco a poco se le va retirando todo su mobiliario hasta convertirse prácticamente en una cueva donde Gregorio pasa las horas trepando por las paredes e intentando pasar inadvertido y con la capacidad del habla prácticamente mermada aunque en su interior su mentalidad y pensamientos están intactos.

La nueva condición física de Gregorio es asumida de diferentes maneras por los miembros de la familia Samsa; por un lado está la figura paterna que simboliza la autoridad mayor y como tal su actitud en la más agresiva y violenta llegando a tener algún episodio de enfrentamiento con su hijo convertido en insecto. La reacción más compresiva será la de la hija menor de la familia, Grete que será la encargada de limpiar la habitación y alimentar a Gregorio. Mientras la situación mas delicada es la de la madre que se cuida constantemente de no ver la nueva imagen de su hijo y negándose constantemente esta nueva situación que en los primeros días la esperanza de una mejoría es latente pero el tiempo pasa y ésta no llega, y la esperanza se desvanece, al igual que la economía familiar, que sin el sueldo de Gregorio no es capaz de subsistir e implica la búsqueda de trabaja de la hija menor a parte de acoger en la casa a nuevos inquilinos.

Poco a poco la desesperación se adueña de la familia, incapaz de vivir con un repugnante insecto gigante encerrado en la habitación, incapaz de comprender que su buen hijo se haya transformado. La situación se vuelve insostenible, el propio Gregorio se cerciora de todo el daño que está haciendo a su familia e intenta no tener ningún contacto con cualquiera de sus parientes, refugiándose tras una sabana o escondido entre las tinieblas de su habitación, sin apenas comer nada. Esta desesperación acaba con explotar un día en el que Grete toca una melodía en violín y su hermano aparece en medio de este improvisado espectáculo y esto hace huir despavoridos a los inquilinos que se encontraban allí. Esto provocará la firme disposición a matar a la criatura en la que se ha convertido nuestro protagonista. Pero esto no llega a concretarse porque debido a la falta de comida, Gregorio Samsa con su aspecto mutado es encontrado muerto por la asistenta en su habitación. Esta muerte abre un nuevo horizonte de luz para la familia Samsa, la muerte se convierte en liberación para una familia que estaba supeditada a llevar la carga de su hijo mutado en un animal repugnante, así nunca antes la muerte del protagonista, un buen hijo que un día cualquiera se vio convertido en insecto, se convierte en un final feliz y esperanzador para una familia mas unida que nunca, viendo en la imagen de su hija como el futuro de la propia familia, incorporándose a la sociedad, buscando un buen trabajo y un buen marido, alejándose así de la imagen escalofriante de Gregorio, adaptada a una sociedad con unos principios de estabilidad y normalidad donde encajará plenamente.

Esta claro que la obra esta abierta a varias interpretaciones, con un tinte claramente surrealista la acción transcurre a partir de una narración en tercera persona. La fuerza dramática y terrorífica que envuelve la obra es enorme transportando al lector a una hipnótica atmósfera, opresiva encerrada entre las paredes de esa casa, escenario de la verdadera pesadilla que comienza con un despertar del sueño y con la visión de una realidad horrible, una verdadera pesadilla que simboliza ese despertar al siglo XX y con una amenaza clara del nazismo latente que en unos años verá a Europa inmersa en la peor de sus pesadillas.

Así pues, no queda claro el sentido de una obra escrita de una forma realista pero con un tema surrealista que no deja de ser metáfora de un tipo de concepción de la existencia de su autor, dando a la obra un claro matiz existencialista y lo que es más importante, las claras referencias autobiográficas de la obra, de un modo metafórico por supuesto. Esto lo podemos ver en la imagen de autoridad paterna, el trabajo monótono y sin esperanzas o el carácter retraído y extraño que convierte en la persona/autor en un “bicho raro” ajeno a la sociedad normalizada y con un desazón existencial que convierte la realidad en un laberinto de problemas mentales.

“La metamorfosis” considerada por algunos como un pistoletazo de salida al siglo XX sigue hoy en día vigente, como ese poder metafórico que subyace de la narración y que muchos autores contemporáneos utilizan en sus obras para representar la realidad como una pesadilla o ver el cambio físico como una metáfora del propio cambio intelectual del personaje. Autores como David Cronenberg cuyas obras capitales beben directamente de la influencia de Kafka y más concretamente de “La metamorfosis” es clara en películas como “Spider” o “La mosca”.

Pese a la gran influencia de la obra hacia muchos autores, “La metamorfosis” no ha tenido sonadas adaptaciones, quizás la mejor adaptación de la obra de Kafka es para mi, la obra de teatro realizada por el grupo español “La fura del Baus”, que con su forma de entender el teatro y su estilo rompedor e innovador lograron transportarnos al universo kafkiano y simbólico, que de una forma tan perturbadora se nos muestra en la obra.

No hay comentarios: